domingo, 22 de julio de 2018

Buscando a Rodríguez

La música es el lenguaje universal, sus notas no sólo permean indiferentemente las culturas, gustos y lenguas, sino que se adentra en los poros de aquellos que la viven incitando los placeres más profundos y lujuriosos.  Vivirla es trasgredir barreras, fronteras y océanos enteros; ella es el efecto mariposa más maravilloso y bulloso, es un vivir mucho más placentero que la vida misma. 


El 8 de marzo de 1998, llega a Ciudad del Cabo - Sudáfrica, Sixto Rodríguez, una estrella musical enigmática, varias veces muerto por los noticieros y los rumores de barrio, una leyenda misteriosa y casi prohibida; llega a África a vivir de nuevo.  El destino le impide morirse sin avisar, le impide incesantemente evaporarse en el recuerdo, en sus letras, en la profundidad de su voz.

Llegué a la película Buscando a Rodríguez(Searching for Sugar Man) del sueco Malik Bendjelloul, por el azar o destino.  En una mala jugada de mi memoria, trataba recordar el nombre de un libro recomendado por un cercano; creía que la referencia era la Increíble Historia de Ernesto Sugar.  Nunca encontré el libro, pero la búsqueda de tranquilizar la mente, que trataba a cualquier hora recordar el nombre de libro recomendado, me obligó a levantarme de la cama a las tres de la mañana y sentarme en el computador para buscar en internet alguna pista.  Hasta hoy no ha llegado a mi cabeza el nombre del libro recomendado, incluso ni recuerdo quién me lo recomendó, pero producto de mi búsqueda en google, me topé con un documental sobre un músico prácticamente anónimo; Sixto Rodríguez un hombre totalmente indescifrable y extraño.

Buscando a Rodríguez es un documental lleno de sorpresas, infinitamente gráfico e ilustrado ,que no sólo documenta una realidad, sino que sumerge al público en una historia realmente fantástica.  La realidad de Rodríguez y su historia merecía ser documentada, pero también demandaba un rigor audiovisual y narrativo para devorar una vida artística llena de tropiezos y dificultades.

¿Es posible ser un desconocido y fracasado en Estados Unidos y  al mismo tiempo ser una leyenda en Sudáfrica? pues en lógica corrupta de la producción musical y el efímero universo sin internet, seguramente sí. Sixto Rodríguez es descubierto por productores musicales en un penumbroso bar, pero su carrera musical fue silenciosa y corta llegando rápidamente a lo que llaman las productoras, muerte musical.  ¡No vendía!, sus canciones no sonaron en radio y no fueron tarareadas por jóvenes de los años 70 y 80.  Sin embargo por artimañas del destino uno de estos discos vinilos llega a Sudáfrica y empieza a ser distribuido de manera ilegal en el país volviéndose en una figura pública y musical en muy poco tiempo.

“Más reconocido que Bob Dylan y Elvis” era Rodríguez, quien hizo que su música fuera como un grito de resistencia y revolución, fue cantado en plena opresión política y alentaba a los ciudadanos a ratificar la libertad como única salida en la vida.  Luego, como un rumor en plena Guerra Fría, las emisoras de Sudáfrica daban la noticia que el ídolo de la juventud, al que no conocieron ni vieron, fuera de las fotografías de su disco, había muerto. 

¿Cómo?, habían demasiadas versiones; primero se dijo que se había incendiado en pleno concierto, se habría volado la cabeza con una pistola, una sobredosis en prisión.  En fin, había que hacerlo morir por su música, por el dinero que generaba o por lo que fuera, pero Rodríguez ya era una leyenda.

Periodistas, musicólogos y fanáticos del país africano no satisfechos por desconocer la verdad de su muerte deciden buscarlo y revivir no sólo el recuerdo, sino la esencia musical de trabajos como Cold Fact y Comimg for Reality.  Buscando la verdad sobre la muerte, encontraron a Rodríguez vivo, sumido en la pobreza y en la añoranza de lo que pudo ser o que fue, pero en otro lugar del mundo.  

Vivió para vivirlo.  Para sonar su guitarra y alzar su voz en vivo en 1998 cuando por fin Sudáfrica pudo ver y escuchar a su leyenda.  Llenaron el lugar aquellos jóvenes que protestaban en las aulas y las calles y que ya eran adultos, pero con el vivo recuerdo de 20 años atrás.



La película es bellamente ambientada por imágenes de archivo, suficientes entrevistas y contrastes que envuelven en un manto de misterio una historia que más de música y de un personaje, es del entendimiento del mundo, su comunicación y la posibilidad transformadora de los sueños.

Vi la película desde mi computador.  Al iniciarla, solo me interesaba encontrar alguna referencia, quizá de un libro que no existe, pero tuve la fortuna de no buscar a Rodríguez, pero sí encontrarlo. Así pasó en Sudáfrica, que buscando la libertad, se topó con la música de Rodríguez que les permitió soñar como ciudadanos, como personas libres y en paz.  Rodríguez no murió, aunque no ha muerto, quedó inmortalizado en sus letras y acordes y ahora en un documental lleno de carne, lleno de piel, lleno de vida.


domingo, 15 de julio de 2018

HACIA LA LUZ

Sobre la película de Naomi Kawase




Dejar de ver o solo cerrar los ojos e íntimamente dejarse guiar por la voz de la imaginación o simplemente la voz de otro. Dejar de creer, simplemente porque se deja de ver y se deja al azar la realidad que nos rodea.  Desaparecer del mundo por las sombras silenciosas y soportar el silencio profundo de la oscuridad.  Dejar de ver es olvidar y resistirse a la infinidad de luz en matices de colores que adornan la vida.  

Incandescente como el primer rayo de luz en una sala de cine, es la película Hacia la luz (Radiance) de Naomi Kawase.  Es un golpe de luz sin misericordia en las pupilas que enardece el sentimiento de nostalgia por lo que se tiene y no se ve.  Kawase hace una película brillante en un mundo oscuro y en el que no vemos más allá de lo lógico, omitiendo los sentimientos y la capacidad de vivir, aspectos innatos de nuestra naturaleza humana. 




Hacia la luz, es una dramática película japonesa, en la que Misako una narradora de películas para personas con discapacidad visual se sumerge en un idílico romance con un fotógrafo que recién ha perdido la visión.  Ambos con cegueras diferentes unen sus almas de una manera singular y apacible apelando a la capacidad de ver más allá de lo que alcanzan nuestros ojos.

Rostros, pasos apresurados, lluvia, sol, tráfico, polvo, edificios, casas, niños, ancianos, parejas... todos son un cúmulo de imágenes que pasean por nuestros ojos y ante la ausencia de éstos es necesario una voz que los describa.  Pero el cúmulo de información no da pie al sentimiento y a los verdaderos criterios de la imaginación.  Nos ahogamos en un mar de información que conlleva a la emoción, el sentimiento, el asombro.  Hacia la luz es un llamado a ser ciegos, a cerrar los ojos y sumergirnos en la verdadera expresión de las cosas y los hechos.  Es perder el miedo a la oscuridad y comprender que nada es más bello que lo que desaparece ante los ojos y se vuelve parte de uno.  

Hacia la luz se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Cannes, fue nominado a la Palma de Oro y ganó el Premio del Jurado Ecuménico. Naomi Kawase una polifacética directora japonesa que sigue navegando por el drama, la comedia, el documental en la búsqueda de la identidad y la intimidad humana. 

Esta película es sin duda, un caminar con los ojos ensombrecidos para siempre, es descubrir más allá del rayo de luz que nos espía a través de la ventana y calienta nuestro rostro en la mañana.  Es una luz al final del túnel, una luz que no se encuentra en las externalidades, sino en lo profundo de la existencia.  Hacia la luz, una película de esperanza sin ser melodramática es la pérdida del temor por la enfermedad y la muerte y es la aceptación de nuestra ceguera humana o quizá inhumana.

domingo, 17 de enero de 2016

Spotlight

Spotlight- El silencio cómplice

Abrir el periódico y empezar a digerir un sin número de hechos o noticias, alejados de la sensibilidad que nos permite ser diferentes al resto de la naturaleza, no nos hace mejores ciudadanos o personas.  Estar enterado, saber de todo, estar al día y conectado, nos puede generar una discapacidad eterna, más allá de lo físico o mental, es una ausencia tacto humano, solidario y social.  Spotlight, película de Thomas McCarthy es un choque con una verdad silenciosa, escondida debajo los hábitos de la iglesia, pero que nos hace pensar más allá, en todos los problemas que atañen a nuestra sociedad.



Esta película estadounidense retrata los hechos reales de un grupo de periodistas investigativos del periódico The Boston Globe que en el año 2002 reveló importantes hechos sobre casos de pederastia en el Estado de Massachusetts. Los comunicadores en una carrera incansable por la verdad se encontrarán con diversos personajes, muchos de inmersos en un silencio cómplice que finalmente acaban por aceptar que cada uno hace parte del problema.

Por siempre existirá la eterna dicotomía que nos permita elegir en lo que es bueno, lo que es malo, lo que es ético o no, lo que legal o no o lo que es o no es.  Ello converge en la versatilidad del hombre que discierne según sus intereses y los intereses de los otros.  Ese universo de bifurcaciones al interior del ser humano es mucho más caótico de manera amplia en donde se involucran grupos, organizaciones, ciudades y sistemas. 

La iglesia en sí, la política, el fútbol, entre otros, son sistemas que viven en nuestra cotidianidad, fomenta fanatismos, y enceguece la criticidad de las personas, dejando atrás los verdaderos fines.  Por esta razón Spotligth más que ser una crítica a la iglesia, es un llamado de atención a nuestra posición frente a los problemas que más nos aquejan, y de los que más nos quejamos.  Qué hacemos en contra de los actos corruptos, qué hacemos frente a las injusticias, al hambre y la desidia, a la muerte?  Nada o muy poco.  Es la realidad, preferimos morir en un silencio cómplice a dar un paso certero, que aunque no permita un cabo radical, si nos daría la satisfacción de haber descruzado nuestros brazos.
Frente a la Iglesia no hay mucho que decir, conozco mucho de sus entrañas y como sistema suele ser uno de los organismos más corruptos, injustos y desdeñosos, pero son personas quienes hacen realidad este órgano.  La iglesia al igual que los grupos políticos, religiosos y armados en general, están encausados en pensamientos y hechos que desvirtúan los fundamentales.

Spotlight es una película sobria, tranquila, con pocos momentos visuales de espectacularidad, pero sus personajes están ampliamente creados, generan controversia y una acción permanente.  Las interpretaciones son medidas, pero certeras,  encierran al público en una atmósfera disiente, indignada y que motiva a dejar el silencio, a dejar la complicidad.



La problemática sin duda continuará, los cánticos y prédicas nos alejan sometiéndonos a una cortina de humo que nos impedirá ver.  Niños, niñas y adultos seguirán siendo abusados, si la Iglesia no asume su responsabilidad por el dolor causado desde que Pedro cimentó la primera piedra.


viernes, 15 de enero de 2016

The Revenant – El Renacido

La venganza que te trae de la muerte.



La venganza desgarra, carcome y sangra en los intestinos.  Sentimientos como este que surgen a la luz natural, son reales y  exprimen de la esencia del hombre lo más humano e inhumano.  El Renacido (The Revenant) dirigida por  Alejandro González Iñárritu es un deleite de sentimiento, un corrosivo del alma que despliega un éxtasis visual de la penumbra de la existencia. 

Esta película que de por sí, es un emblema a lo complicado; se inició  a rodar en el año 2011 por González, luego de diferentes intentos de diferentes directores y productores.  Esta es la historia adaptada de la Novela de Michael Punke  que trata sobre un comerciante de pieles Hugh Glass (Leonardo Di Caprio), quien en cacería es atacado por una Osa, dejándolo prendido de un hilo de existencia.  Glass en estado agonizante presencia la muerte de su hijo y el  abandono de sus compañeros en la selva a merced de todos los peligros y enemigos.

No se puede negar que Gónzalez Iñárritu ha colonizado la pantalla grande con importantes historias y producciones; como olvidar Amores Perros, 21 Gramos, Babel, Biutiful y Birdman que le hizo ganador a tres Premios Oscar´s en el 2015. El mexicano ha logrado no sólo disentir de la existencia humana, la ha burlado, ha penetrado los sentimientos de hombres y mujeres y ha traducido una sinfonía de realidad tan nuestra, imposible de negar.

Así son los personajes de Iñárritu; reales,  así tengan superpoderes, así estén en la Patagonia, Marruecos, Japón o México.   Así estén en el cuerpo de otro o simplemente no estén.  Somos cada uno, somos todos, retratados de manera sincera en cada uno de los filmes. 

El Renacido sin duda fue un reto artístico y técnico para los productores; durante el rodaje se alcanzaron temperaturas de -30 grados centígrados, se trasladó la producción por falta de nieve (se inició en Canadá y luego en Argentina), se realizó la producción con luz natural, hecho que combina los sentimientos de los personajes a los planos estéticos y fotografía implacable.


No se puede dejar de hablar de Di Caprio quien interpretó a Hugh Glass, una actuación silenciosa, casi muda, expresiva y penetrante desde su mirada o más bien de su alma.  No sólo se resalta la escena de la lucha contra una Osa, sino el sufrimiento al ver su hijo morir, el dolor por cada acción contra su existencia y finalmente los ojos que miran a la cámara al finalizar la película, dejando la venganza en manos de Dios.


Es muy posible que el mexicano gane de nuevo la estatuilla como mejor película, es muy probable que Di Caprio después de cinco intentos lo logre, pero lo que si es verdad es que El Renacido es un reencuentro con la existencia, con el dolor y la venganza.  Los planos contrapicados, la majestuosidad de las aguas, lo tenebroso de los bosques y la inhospitalidad de la nieve son alicientes para que la muerte esté en un segundo plano y que la venganza sin recelo saque lo peor de nosotros.

domingo, 25 de enero de 2015

Je Suis Alí, Todos Somos Alí -

O Todos nos llamamos Alí, o Todos Somos Alí  o como se me venga en gana puedo nombrar la película de Fasbinder Angst essen Seele auf.  Mi pésimo uso del inglés y mi nulo conocimiento del alemán me permite nombrarla de la forma que más me plazca.  Por ello, para mi será Todos Somos Alí, aprovechándome de los recientes mensajes de apoyo a la libertad de expresión en detrimento de la diferencia; Todos Somos Charlie.

Todo parece ser un asunto de lenguaje, empezando por la mala traducción del título original,  Angst essen seele auf, significa algo así como el “miedo se devora el alma”, el miedo encargado en cada uno de los personajes delicadamente construidos por Fassbinder de esta señala como una de sus más importantes obras. Y es que la barrera del leguaje es el primer impedimento para ser feliz en tierras extrañas.


Alemania no se había recuperado, en sus calles aún se percibía el mortecino olor a sangre por el que había navegado el nazismo.  Aún se guardaba en los corazones alemanes el rencor injustificado a los inmigrantes, el miedo de todos y Fassbinder lo retrató delicadamente en esta cinta.

Esta película la vi a las 5 a.m. siempre he dicho que películas de grandes directores no pueden tener hora de espera, y uno dura poco ante la detonante tentación de tener una película cerca de Fassbinder.  La xenofobia nuevamente vuelve a ser el telón de fondo de una película desgarradamente sincera, con personajes cuidadosamente creados y un ambiente desolado de Alemania occidental.  Todos somos Alí me recuerda la reciente masacre en París a periodistas del semanario Charlie Hebdo, que despertó al mundo entero en voces apoyando la libertad de expresión, pero callando en un profundo silencio el respeto que debe existir por la diferencia, sea cual sea, color o incluso credo.

La relación que se gesta entre Emmi y Alí, este último que ni así se llamaba , porque desde la dignidad y el nombre se pierden en muchas ocasiones en tierras extrañas, se inicia con la inocencia de desconocidos que asumen a pesar de las diferencias establecer un matrimonio; edad, cultura, amistades e incluso gustos gastronómicos y estos que sin son fuertes porque no hay pleito más entrañable que el que nace del estómago, sumado al dedo señalador de los alemanes que no aceptan una relación de estas magnitudes.

En la película todo tiene una intención, desde los congelados de los personajes hasta los planos a través de los barrotes de las barandillas de las escaleras simulando un encerramiento o encarcelamiento. Las actuaciones parcas intencionalmente y frías con pero magistralmente interpretadas no muestran una película cautivadora y más vigente que nunca 40 años después.  

La xenofobia es el cáncer mundial, detrás de ello se encierran los más grandes crímenes que han sufrido la humanidad; la no tolerancia a la diferencia nos separa de lo que la felicidad nos plantea, así como se expresa en un título al inicio de la película, “la felicidad no siempre es divertida”.  

Ver Fassbinder siempre será fascinante y más aún cuando hace apariciones entre los personajes interpretando alguno, en esta ocasión es un casi un neonazi yerno de Emmi, también ver a la pechugona de Bárbara Valentin afamada por su relación con el gay rockero Fredy Mercury vocalista de la banda Queen y por supuesto a Brigitte Mira (Emmy) y Hedi ben Salem Alí.



La primera y segunda guerra mundial., el ataque 9/11, el sufrimiento infinito de los judíos y palestinos, los ataques a Charlie Hebdo son frutos todos y cada uno de ellos a la no tolerancia por la diferencia porque la raza humana sólo cede a la diferencia cuando le conviene, es decir por interés, tal como sucede con las amistades de Emmi e incluso su familia que solo aceptó su relación con un marroquí 20 años más joven cuando requirió algo de ella.  

Siempre será más fácil llamarnos Alí, que todos nos llamáramos igual o mejor negros, judío, indios, maricas, gringos, pobres o ricos.  Es más complejo llamar  al otro menos por su nombre, eso nos impide ser el otro, comprenderlo y mejor así reconocerlo. Todos somos extranjeros o inmigrantes en cualquier otra tierra que no sea la nuestra, o peor aún todos somos Alí porque aún en la nuestra no somos nadie.


miércoles, 7 de enero de 2015

La utópica felicidad, sobre la Inmigrante de James Gray


En un teatrito libertino de la brumosa Nueva York de los años 20, Eva Cybulska (Marion Cotillard) inmigrante polaca responde las preguntas de un Mago que la busca como voluntaria para un acto que nunca concluyó.  ¿Cómo te llamas?, ¿de dónde eres?, preguntas retóricas que poco importaba al público masculino que más que palabras buscaba carne en su mayor expresión.  Una de estas preguntas  retumba en la utopía de los humanos y en la búsqueda incesante de algo que ni sabemos describir.  ¿Qué buscas en América? – la felicidad- respondió la inmigrante agachando su mirada.

La primera guerra mundial agobiaba al mundo, muchos europeos abandonaron sus tierras entre ellas las hermanas Eva y Magda Cybulska, dos mujeres que huyeron en busca de la felicidad y la libertad, aquella que les era arrebatada tras el sonar de las armas y las calles llenas de cadáveres  y que ahora se posaba majestuosa con antorcha en la mano en la saladas aguas del mar americano.

No hay otra libertad para encontrar en los Estados Unidos, una libertad mal llamada también felicidad que no es más que un fetiche y un mito para los más desgraciados del mundo entero.  Una libertad casi que pedida por correspondencia y que esquiva a cualquier intento mundano por alcanzarla.  La maldad humana personificada magistralmente en el personaje de Bruno Weiss (Joaquin Phoenix), un proxeneta judío enamorado de la inmigrante pero más del placer, el poder y el dinero, es sin duda un fiel retrato a escala del capitalismo corrupto y enceguecedor, que puede darte muerte con una sonrisa bondadosa en la cara.  A eso se va tras la libertad y la felicidad a Norte América y muchos otros países; a morir al igual que en cualquier parte del mundo, pero con un agravante, a morir,  en la mayoría de los casos huérfanos de nuestra dignidad.

James Gray no ofrece una película melodramática, encerrada de situaciones insípidas, pero profundamente emocionales que descarna una crítica en doble vía del problema más grave que tiene tierra la famosa tierra prometida, los inmigrantes.  Aquellas personas, aquellos humanos que al pisar suelo “americano” transgreden su naturaleza para convertirse en sirvientes de cualquier índole. La historia de Eva conmueve, pero también despierta ciertos placeres que es mejor saborearlos de lejos; prostituirse disfrazada de la estatua de la libertad, del mayor simbolismo de poder y engaño de un país,  es un bofetada clara al idealismo retórico del sueño americano.




Las brillantes actuaciones, la estética delicada e impecable, la ambientación del Manhattan de los años 20 y la nostalgia de un sueño que no fue, y que no será, encierra una cofradía de desmitificaciones  y sueños irreales, porque para ser sueño tienen que darse o sino la utopía de la felicidad se desvanece en la mente y no en la acción.  El sueño de Eva y su hermana Magda se desvanece, nunca muere para siempre, por el contrario, desnuda la sensatez y la honestidad de los personajes que más que nunca nos señalan que la felicidad y la libertad no son más que una utopía que no se cansa de existir.

martes, 26 de noviembre de 2013

Nynphomaniac, navegando la mente ninfómana de Lars Von Trier

Sin duda Lars Von Trier es una de los cineastas europeos más reconocidos en la actualidad.  Cada película lanzada es sinónimo de ver miles de interesados en todo el mundo para disfrutar una nueva poesía de uno de los maestros de Dogma 95.
Nynphomaniac, su más reciente film ha generado diversas reacciones debido al lanzamiento del tráiler oficial, que por su lado impidió que compitiera el film oficialmente en el próximo Festival de Cannes, debido es que sólo compiten películas de extremos y rigurosos estrenos.

Éste es el tráiler oficial de Nynphomaniac:






Nynphomaiac, es una película de cinco horas y media y que Von trier ha dividido en dos partes.  Es la historia de una mujer que se autodenomina como ninfómana, que vive apasionadas escenas sexuales con diferentes hombres en especial con uno que le salvo la vida.
Película protagonizada por Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgard, Shia LaBeouf, Christian Slater, Jamie Bell, Uma Thurman y Willem Dafoe.