Sobre la película de Naomi Kawase
Dejar de ver o solo cerrar los ojos e íntimamente dejarse guiar por la voz de la imaginación o simplemente la voz de otro. Dejar de creer, simplemente porque se deja de ver y se deja al azar la realidad que nos rodea. Desaparecer del mundo por las sombras silenciosas y soportar el silencio profundo de la oscuridad. Dejar de ver es olvidar y resistirse a la infinidad de luz en matices de colores que adornan la vida.
Incandescente como el primer rayo de luz en una sala de cine, es la película Hacia la luz (Radiance) de Naomi Kawase. Es un golpe de luz sin misericordia en las pupilas que enardece el sentimiento de nostalgia por lo que se tiene y no se ve. Kawase hace una película brillante en un mundo oscuro y en el que no vemos más allá de lo lógico, omitiendo los sentimientos y la capacidad de vivir, aspectos innatos de nuestra naturaleza humana.
Hacia la luz, es una dramática película japonesa, en la que Misako una narradora de películas para personas con discapacidad visual se sumerge en un idílico romance con un fotógrafo que recién ha perdido la visión. Ambos con cegueras diferentes unen sus almas de una manera singular y apacible apelando a la capacidad de ver más allá de lo que alcanzan nuestros ojos.
Rostros, pasos apresurados, lluvia, sol, tráfico, polvo, edificios, casas, niños, ancianos, parejas... todos son un cúmulo de imágenes que pasean por nuestros ojos y ante la ausencia de éstos es necesario una voz que los describa. Pero el cúmulo de información no da pie al sentimiento y a los verdaderos criterios de la imaginación. Nos ahogamos en un mar de información que conlleva a la emoción, el sentimiento, el asombro. Hacia la luz es un llamado a ser ciegos, a cerrar los ojos y sumergirnos en la verdadera expresión de las cosas y los hechos. Es perder el miedo a la oscuridad y comprender que nada es más bello que lo que desaparece ante los ojos y se vuelve parte de uno.
Hacia la luz se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Cannes, fue nominado a la Palma de Oro y ganó el Premio del Jurado Ecuménico. Naomi Kawase una polifacética directora japonesa que sigue navegando por el drama, la comedia, el documental en la búsqueda de la identidad y la intimidad humana.
Esta película es sin duda, un caminar con los ojos ensombrecidos para siempre, es descubrir más allá del rayo de luz que nos espía a través de la ventana y calienta nuestro rostro en la mañana. Es una luz al final del túnel, una luz que no se encuentra en las externalidades, sino en lo profundo de la existencia. Hacia la luz, una película de esperanza sin ser melodramática es la pérdida del temor por la enfermedad y la muerte y es la aceptación de nuestra ceguera humana o quizá inhumana.
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