Sobre El último exorcismo de Daniel Stamm (2010)
Sin lugar a dudas, la cámara se convierte en la varita mágica de todas las producciones cinematográficas. En síntesis sin cámara o un ojo que da perspectiva, no existiría el cine. Así pues, este arte depende de una apertura focal para permanecer en nuestra retina y luego en nuestra memoria casi por siempre, porque hasta las buenas películas se borran en nuestra memoria.
La cámara no registra imágenes, ella narra por más voz en off que haya, por más evidencia de las imágenes, por más imaginación que tengamos los espectadores. Cada corte, cada plano, cada foco cada cuadro… son caracteres imborrables de una narrativa coral que existe en el cine que lo hace vivir.
En los inicios del cine, la cámara no era más que un avance científico. Luego ofreció una mirada de espectador de teatro; estática e inerte, pero luego se dio inicio al espectáculo: la cámara de Meliès era un acto circense, aparecían y desaparecían personajes, convirtiendo lo irreal en posible.
Más tarde la cámara es un personaje más dentro de las historias, hasta tiene la facultad de engañar y de opinar. Nos involucra en los guiones haciéndonos parte de ellos, nos cuestiona y nos comunica. Como en la escena final de un Verano con Mónica de Bergman, se rompe para siempre el muro que existe entre las historias de las películas, sus personajes y el espectador. Mónica mira fijamente a la cámara desafiando al que la ve como queriéndole decir ¿Me vas a juzgar?
Ahí se rompe pues, el paradigma de la cámara, se quiebra para siempre la eminencia de la cámara y se convierte en acompañante permanente de los dos lados: los personajes y el público. La cámara toma vida, y nos sumerge en las torrenciales aguas de la ficción y lo real.
Esta herramienta se transforma luego en lo que se llama, falso documental o metraje encontrado, se empieza a utilizar en los 80 con Holocausto caníbal, y desde entonces el cine de terror la ha empleado con frecuencia, quizá porque de vivir una realidad tan fuerte, ya no nos asustan tan fácil.
Así el joven alemán Daniel Stamm dirige la película El último exorcismo (2010), un falso documental del pastor Cotton Marcos, quien desea hacer un película para demostrar las presuntas farsas de las posesiones demoniacas. Este film al igual que El proyecto de la bruja de Blair (1999) y Actividad paranormal (2008), son películas que podrían cuestionar si sobre lo que se ve es verdad o no.
En términos generales un espectador común de cine no está acostumbrado a ver documental y cuando evidencia un cine como el mencionado suele confundirse, logra fácilmente el film su cometido.
La historia de Nell Sweetzer personificada por Ashell Bell, está en las redes sociales y pasa al demonio de su posesión por medio de los mensajes que deja en los muros de los perfiles. Suele acercarse a la realidad, así sea por un computador para engañar a todos.
Claro está, que esto no quiere decir que “comamos entero”, y que le demos fiel credibilidad a un historia paranormal, además cuando vemos evidentes cortes al final de la película que demuestra que la historia no es un documental real.
El último exorcismo hace un trabajo documental casi perfecto en las dos primeras terceras partes del film, luego cuando el espectador ya está inmerso en la historia, cambia la perspectiva de la cámara y ya deja notar su descuido para continuar con su seudo documental.
La cámara nos involucra en el engaño que comete el pastor Marcus, nos hace cómplices, luego nos trastorna y por último no engaña, pero lo hace mal. Este tipo de films me gustan en lo personal, me atrapan y me quedo hasta el final, pero este género en todos los elementos debe mantener una armonía y sincronía. No es recomendable ser descubierto de una manera tan evidente y caer el viejo cliché que la cámara no hizo nada.
Por momentos la cámara de El último exorcismo se asusta con nosotros, se cuestiona, se convierte en un espectador más. Esta es sin duda la característica más importante de este género, porque el suspenso es más latente, siempre trata descubrir el culpable de los acontecimientos…siempre está ahí, sin delatar a nadie, a pesar de saberlo todo.
En buena hora se derrumban los prototipos cinematográficos, y estos nuevos elementos invaden nuestras salas de cine, pero hay que tener en cuenta que debe ser impecable, lúcido y permanente.
anfemo85@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario