Las grandes experiencias uno se
las encuentra, no las busca. Ellas
frotan temerosas de los manantiales de vida, y así fue Baraka. Llegué a ella porque alguien más lo quiso, y
así se hizo, como su significado en español llegó a mí como una bendición de la
existencia, de la naturaleza.
Leí sobre la película documental
de Ron Fricke, luego verla. Ahora sé que
es del 92, que se rodó en 26 países y que
es una obra maestra de la fotografía. Para
mí, fue una completa sinfonía de fotogramas, uno tras uno en una coreografía de
la existencia humana, de la esencia y la permanencia en este mundo. Para mí no fueron 26 países, fue un solo
planeta, sin límites geopolíticos, que
nos acaricia a cada instante y que se niega a morir.
Baraka llegó a mí de unas manos
libres, de unas manos ansiosas y
soñadoras. Llegó empacada y solitaria sobre un escritorio,
tatuada por unas letras rojas “Cine Urgente y Necesario”, sonreí al verlas y ahora
me doy cuenta que ante la urgencia me tomé más de veinte años para descubrirla
y disfrutarla y ante la necesidad, que era el momento oportuno de apreciar la
vida tan desnuda como es, para poder vivirla.
Y es que aunque parezca sonsonete
las reflexiones sobre el agua, la tierra, las desigualdades, el hambre, la
miseria, Baraka las narra sin palabra alguna logrando tocar el interior de la
existencia; su alma en forma de agua, su libertad en los aires, su verdad en
los seres y su en la vida tal cual como
es, sencilla plena y placentera, lejos de lo que humanos hemos hecho de ella.
Y es que el hombre en un estado inconsciente
y morfinado irrumpe mutilarse con terror, a encerrase en cárceles y bóvedas creadas
por él, que apuntan desafiantes como misiles hacia el cielo. Quizá por eso anda en “si mismado”, perdido,
perturbado caminando teniendo claro a
donde ir, pero sin horizonte olvidándose de lo más importante; de vivir.
Así vivimos, si es que así lo
podemos llamar, enterrados bajo las por
las raíces del odio contra nosotros mismos, tranquilos bajo la sombrilla
indiferente en una tristeza constante, dejando atrás nuestros orígenes y la
manera como por miles años solíamos hacernos felices. Ya no lo somos, por eso
nos diseñamos miles de felicidades instantáneas,
fugases y engañosas, muriendo a nuestras esperanzas, dejando de vivir con vida.
Fue placentero vivir Baraka, sentirla y
reflexionarla. Fue necesario vivirla y
urgente disfrutarla.
Mi estimado amigo, he disfrutado cada una de las 15 veces que he visto esta obra de arte llamada Baraka. Cada vez encuentro algo nuevo, algo me sorprende, observo más detalles, es sin duda una obra de arte.
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