lunes, 7 de marzo de 2011
El Cisne Negro, Las pesadillas no se recuerdan.
De las películas recientes, que han pasado por los premios Globo de Oro y posteriormente por los Oscar´s, la que menos interés me suscitaba y me incitaba a verla, es justamente el Cisne Negro. Dejé para lo último un deleite de pesadillas, de músculos detallados, de zapatilla en hurtadillas y de la majestuosa actuación de Natalie Portman.
El Cisne Negro, es una historia de una bailarina que lucha contra sí misma para protagonizar una obra llama el Lago de Los Cisnes; es una mezcla de pesadilla, auto análisis por parte de la protagonista, donde en la obra sufre una transformación de un cisne blanco a un cisne negro. Esta trasformación es sufrida por el mismo personaje, que termina en autoagresiones y dejando al final una obra psicológica que deja en uno en un caos mental que nos aferra al film.
El Cisne negro en sí, es un mar de obsesiones y caos; algo muy común de su director Darren Aronofsky quien es recurrente en plasmar en la cinta el caos mental de los personajes, donde las obsesiones llevan a descenlances fatídos y donde cada fotograma te acerca más a la muerte que la vida misma.
Aronofsky en obras como Requiem por un sueño (2000), Pi (1996) , The Wrestler (2008) y ahora el Cisne Negro tiene la manía afortunada de convertir a sus personajes en entes oníricos donde sus obsesiones llegan a la muerte o al menos cerca de ella, pasajes donde la mente tiene poder sobre ellos y peor aún pierden el autodominio de sí mismos.
El Cisne negro cuenta con ambientes sacados de sueños, de pesadillas y del interior de los conflictos de los protagonistas. Uno tiende a despistarse o perderse en la historia, sencillamente porque es imposible recordar un sueño y porque es necesario estar despierto.
Uno no deja de preguntarse como Portman logra hacer un papel tan exquisito, si no es bailarina, como logra bailar y tonificar su cuerpo, como es posible que realice bailes tan armónicos para la obra. Sin lugar a dudarlo es más que merecido el reciente galardón otorgado, sin embargo el trabajo de Arnofsky es impecable, es cómplice de la actuación de Portman, logra convertir en imagen el conflicto interior de Nina, y finalmente deja un film digno de admirar.
No quiero decir que dejé para lo último la mejor película, sigo siendo partidario de True Grit, pero si me sorprendí del Cisne Negro, de su transformación, de su psicología, de su interpretación. Obviamente no quedé queriendo ser bailarín como ha pasado con otras películas, pero quedé aburrido, no por la película en sí, sino por el conflicto hecho casi real que plasmaron director y actriz, el Cisne Negro no es más que una pesadilla que no sé si recordaré.
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