miércoles, 23 de marzo de 2011

Diarios de motocicleta, creo que he visto una luz...

Hace poco murió Alberto Granado, el gordo , bioquímico, amigo de Ernesto Guevara La Sena en su juventud, de aquel del que sólo existían pequeños bocetos del personaje que llegó a ser para Latinoamérica. Con su muerte rememoré Diarios de Motocicleta (2003) de Walter Salles, recordé ese recorrido que no fue más que una pincelada sobre el lienzo dejando como producto un retrato vivido de América del Sur; las injusticias, el dolor, el trabajo que vivieron nuestros hermanos en los años 50´s y que aún siguen soportando 60 años después quizá con más vehemencia y crueldad.

Ese recorrido aventurero de dos jóvenes, al comienzo sobre las llantas de la Poderosa, por toda latinoamérica, pasando por Argentina, Chile, Perú Colombia y Venezuela, fue llevado a la pantalla de manera hermosa, resumiendo 14.000 kilómetros en casi dos horas de historias, de recuerdos, de fotos reales de los pasajes vividos de estos dos personajes. El amor, el desengaño, las lágrimas y el dolor conjugados solemnemente en la historia latinoamericana y en la historia del cine, en un road movie cultural, ideológico y por supuesto calificado.

La película de Salles en su momento recibió innumerables comentarios positivos, más de veinte premios en diferentes festivales del mundo y Jorge Drexler el Oscar por mejor Banda Sonora, sin embargo se ha dejado atrás el significado que puede tener el film referente a lo humano que tiene en cada fotograma y sobre todo la edificación ideológica de un personaje de la historia reciente.

Diarios de motocicleta es un híbrido de todos esos sentimientos, es imposible verla y negarse a una aventura, a cruzarse un río, en asistir algún necesitado, así sea sólo en el pensamiento. Diarios de motocicleta fue hecha con la piel de cada latinoamericano, a cada uno puede tocarle un fragmento de la película y recordar así de dónde es.


Así pues, la muerte del testigo del viaje legendario, Alberto Granado, me ha hecho recordar y volver a ver la película, y no sólo eso, escribir por primera vez sobre ella, y de pronto también fantasear con los paisajes no sólo de todo el continente, sino el de mi tierra misma. Diarios de motocicleta es tan latinoamericana, como cada uno de nosotros a nuestra tierra, por ello sólo ven esa luz al otro lado del rio, los recorren en espíritu aventurero nuestro continente, solo los que piensan para él, y sobre todo los que moriremos en él.

De la película me gustó casi todo, por ello no es importante mencionar lo poco insatisfecho que pude quedar al verla, sino más bien de lo que suscitó en mí y que quizá en muchos más y es que hay una esperanza, al otro lado del rio siempre hay una luz que no es que tengamos que seguir como zombies, sino más bien, tenemos que vivir, pensar y polemizar nuestras vivencias, nuestras vidas, nuestra tierra.

lunes, 7 de marzo de 2011

El Cisne Negro, Las pesadillas no se recuerdan.



De las películas recientes, que han pasado por los premios Globo de Oro y posteriormente por los Oscar´s, la que menos interés me suscitaba y me incitaba a verla, es justamente el Cisne Negro. Dejé para lo último un deleite de pesadillas, de músculos detallados, de zapatilla en hurtadillas y de la majestuosa actuación de Natalie Portman.
El Cisne Negro, es una historia de una bailarina que lucha contra sí misma para protagonizar una obra llama el Lago de Los Cisnes; es una mezcla de pesadilla, auto análisis por parte de la protagonista, donde en la obra sufre una transformación de un cisne blanco a un cisne negro. Esta trasformación es sufrida por el mismo personaje, que termina en autoagresiones y dejando al final una obra psicológica que deja en uno en un caos mental que nos aferra al film.
El Cisne negro en sí, es un mar de obsesiones y caos; algo muy común de su director Darren Aronofsky quien es recurrente en plasmar en la cinta el caos mental de los personajes, donde las obsesiones llevan a descenlances fatídos y donde cada fotograma te acerca más a la muerte que la vida misma.
Aronofsky en obras como Requiem por un sueño (2000), Pi (1996) , The Wrestler (2008) y ahora el Cisne Negro tiene la manía afortunada de convertir a sus personajes en entes oníricos donde sus obsesiones llegan a la muerte o al menos cerca de ella, pasajes donde la mente tiene poder sobre ellos y peor aún pierden el autodominio de sí mismos.
El Cisne negro cuenta con ambientes sacados de sueños, de pesadillas y del interior de los conflictos de los protagonistas. Uno tiende a despistarse o perderse en la historia, sencillamente porque es imposible recordar un sueño y porque es necesario estar despierto.
Uno no deja de preguntarse como Portman logra hacer un papel tan exquisito, si no es bailarina, como logra bailar y tonificar su cuerpo, como es posible que realice bailes tan armónicos para la obra. Sin lugar a dudarlo es más que merecido el reciente galardón otorgado, sin embargo el trabajo de Arnofsky es impecable, es cómplice de la actuación de Portman, logra convertir en imagen el conflicto interior de Nina, y finalmente deja un film digno de admirar.
No quiero decir que dejé para lo último la mejor película, sigo siendo partidario de True Grit, pero si me sorprendí del Cisne Negro, de su transformación, de su psicología, de su interpretación. Obviamente no quedé queriendo ser bailarín como ha pasado con otras películas, pero quedé aburrido, no por la película en sí, sino por el conflicto hecho casi real que plasmaron director y actriz, el Cisne Negro no es más que una pesadilla que no sé si recordaré.